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Revolución social y tecnológica

Una revolución social : el consumo colaborativo (o economía colaborativa)

La economía colaborativa no es más que el modo de vida de nuestros abuelos, que desapareció a raíz de la evolución de la sociedad (un poco como la agricultura biológica, que no es más que la vuelta a un modo de cultura más antiguo todavía).

También es, sobre todo, una ruptura histórica con el sistema de intermediación establecido desde la década de 1930, cuyo objetivo era lograr economías de escala en todos los sectores y a todos los niveles.

Al principio, la necesidad de intermediarios se debió a la industrialización, pero también a la imposibilidad de acceder a la información de una manera sencilla, cosa que la red hizo posible (cómo saber qué vecino puede alquilarnos una motosierra, quién nos podría llevar en 2 días a tal ciudad, dónde podría encontrar productores de queso cerca de casa, etc.).

El concepto de consumo colaborativo (a menudo llamado de manera errónea crowdsourcing, que es, de hecho, producción colaborativa) se dio a conocer entre el público general por el éxito del cantante Gregory a través de My Major Company, se desarrolló rápidamente y dio como resultado profundos cambios en los hábitos de consumo: «Blablacar» en lugar de alquilar un coche por un día, «Uber» en lugar de coger un taxi, «Airbnb» en lugar de alojarse en un hotel.

El uso del bien es más importante que su propiedad, lo que es en sí mismo una evolución sustancial de la mentalidad y una revolución económica (similar al desarrollo más reciente de la oportunidad de mercado en la red, iniciado por eBay, pero más desarrollado en España por sitios como...

La tecnología al servicio de la revolución

La revolución que representa la democratización de Internet continúa más allá de lo imaginable. Nuestro consumo de Internet cambiará mucho en un futuro cercano y no solo desde un ordenador, una tableta o un teléfono móvil.

1. Los dispositivos conectados

Los dispositivos conectados marcarán un punto de inflexión en nuestra vida cotidiana.

Según las estadísticas publicadas a principios de 2018 por la página web objetconnecte.net (http://www.objetconnecte.net/objets-connectes-chiffres-etudes-2401/), hay 15 000 millones de dispositivos conectados en el mundo, frente a los solo 4 000 millones de 2010.

Diferentes estudios predicen entre 50 000 y 80 000 millones de dispositivos para 2020.

Se extenderán a todos los niveles de nuestras vidas: ya no consumiremos Internet simplemente detrás de nuestro ordenador o pantalla de móvil, y las aplicaciones web en nuestra vida cotidiana se diversificarán para «mejorar nuestras vidas» (entre comillas, porque tener un chivato conectado ¿realmente mejora nuestra vida? ¡Un vasto debate filosófico del cual no tenemos la respuesta!).

Sin embargo, las estadísticas nos muestran una falta de conocimiento de este universo.

Si el 96 % de las personas mayores de 15 años conoce dispositivos conectados a la red, solo el 35 % de los usuarios de Internet dice poseer uno y el 12 % posee más de uno.

Pero, a menudo, olvidamos que estamos conectados sin saberlo: un smartphone es un dispositivo conectado a la red, nuestros automóviles están cada vez más conectados a la red y nuestros televisores también se han convertido en dispositivos conectados.

Según un estudio de Médiamétrie, ¿cuáles...

El Big Data: una revolución silenciosa

1. Big Data: ¿de qué hablamos?

Como se resume muy bien en el libro blanco de Florent Béranger, Big Data son: «masas de datos generados, creciendo exponencialmente, que se convierten en una rica materia prima para la gestión de actividades. Big Data hace posible explotar estos depósitos de manera eficiente, brindando un poder de información sin precedentes, combinado con capacidades de análisis de problemas complejos y de amplio alcance, con un nuevo nivel de delicadeza».

Mejor conocimiento, sí, pero desechamos algunos usos a veces en el límite de la legalidad: el ejemplo de PRISM, el programa estadounidense de vigilancia electrónica mediante la recopilación de información de Internet y otros proveedores de servicios electrónicos como Google, Facebook, Microsoft, ha escandalizado a muchos países y usuarios de Internet.

Sin duda, Big Data se convertirá en un arma para la guerra económica en un futuro inmediato. Hace unos años, recordemos que Google, que analiza todos nuestros intercambios por correo electrónico y navegación web, podía predecir fácilmente, por ejemplo, nuestra fecha de divorcio.

2. Los datos existen desde hace mucho tiempo en el marketing

Desde hace tiempo los datos también se han llamado «el oro negro digital».

Tomemos el ejemplo de la distribución masiva y las famosas tarjetas de fidelización.

A cambio de usar estas tarjetas, recuperamos aproximadamente el 1 % de lo que gastamos en ellas. 

El propósito de estas tarjetas es generar lealtad, pero también aportar mucha información a las tiendas: así tienen nuestro ritmo de compra y pueden deducir un conjunto de datos muy preciados, como el hecho que comemos una caja de mantequilla Président de 500 gramos cada 12  ías (y esto mismo ocurre para el resto de los productos de nuestra cesta de la compra).

Estas tarjetas aportan mucha información sobre nosotros. Se convierten en una mina de oro que se traducirá, por ejemplo, en los famosos cupones que se entregan en caja y que a menudo son una forma de lealtad a la marca, o la posibilidad para una marca competidora, de empujarnos a descubrirla. Y, por supuesto, estos cupones están pagados por las marcas.

Al mismo tiempo, las marcas minoristas...