El fin del trabajo con las IA: ¿sueño o pesadilla?

La historia de Soraya y la IA

El lunes por la mañana, en la sala de personal, Soraya se encontró frente a frente con Julie, quien le dedicó una breve sonrisa antes de retomar, sin dar más explicaciones, su conversación con un desconocido. El desconocido, un hombre de unos cuarenta años, escuchaba atentamente a Julie. Movía las piernas nerviosamente, como si hablar de pie le incomodara. Pensándolo bien, quizás era por el discurso de Julie. Estaba exclamando con pequeñas risas que parecían incontroladas:

¿Te lo puedes creer? La chica dejó su trabajo porque estaba harta de competir con la IA.

La barbilla de Soraya podría haber caído al suelo. Pero Nico le había advertido: "Las IA ya han sustituido a los trabajadores".

Levantó la mano en un reflejo infantil para hablar. Pero Julie sacudió su sofisticado cabello.

Lo haré más tarde. Ahora mismo, necesito calmarme.

¿Calmarme? ¿Julie estaba enfadada? Su risa improvisada lo disimulaba bastante bien. ¿O era su original forma de expresar su frustración? ¿Furia porque una pobre chica estaba luchando contra la aparición de un nuevo poder económico opresivo? No tenía sentido.

Con un nudo en la garganta, Soraya se dirigió a su escritorio. Lo examinó detenidamente. Probablemente pronto tendría que abandonar...

El sueño de dejar de trabajar

Una visión utópica

Para deshacernos de nuestras fantasías de un mundo sin trabajo, analicemos primero esta posibilidad. Empecemos con una visión puramente positiva de la situación. Soñemos con un planeta en el que las IA hagan por nosotros todo lo que no queremos que hagan. Imaginemos a la Soraya del futuro despertando.

Son las ocho de la mañana. Soraya se despierta lista para comenzar el día. Sin presiones. No tiene nada planeado para hoy. Es viernes y no siente el agotamiento típico de una semana llena de estrés. Se estira suavemente y va a la cocina. Mientras se prepara el café, deja vagar sus pensamientos. Quizá esta mañana dibuje o aprenda un nuevo concepto matemático. Esto de la inteligencia aumentada le llama mucho la atención. Ahora que ha aprendido todo lo que puede sobre IA, estadística y computación, le encantaría ir un poco más allá. Suspira de placer. Pero no hay prisa. Tiene tiempo. Mucho tiempo. Como las IA se ocupan de todo, ella puede ocuparse de sí misma.

Una sensación de plenitud gracias a la IA

Podemos ver claramente la sensación de plenitud que siente Soraya. Liberada de las limitaciones económicas, puede dedicarse a sus negocios. Cada día se le abre un mundo de posibilidades. Puede dedicarse a una actividad creativa. Pero sin ataduras. Cabe señalar...

La pesadilla de un país de parados

Una visión distópica

Imaginemos ahora otro mundo, más bien distópico. Contemos la historia del despertar de una Soraya mucho más apagada, todavía en el futuro.

Son las cinco de la madrugada. Soraya se despierta empapada en sudor, agotada tras otra noche de ansiedad. Ha pasado el día anterior buscando una biblioteca o librería que valore sus conocimientos, aunque sea para unas pocas horas de trabajo. La presión aumenta. No le queda ni un céntimo. Es sábado. Mañana es domingo y no hay ninguna posibilidad de encontrar un trabajo remunerado. Salta de la cama y corre a la cocina de su ridículo estudio. Mientras remueve los restos de un café en agua bastante tibia, se mira con asco las uñas, mordidas hasta el extremo. Quizá esta mañana se le ocurra algo. Para ello, tendría que adquirir aún más conocimientos para competir incluso con las todopoderosas IA. Suspira con tristeza. Se le acaba el tiempo. Demasiado. Desde que las IAs se encargan de casi todo, ya no tiene ni un minuto para sí misma.

Distribución desigual de la riqueza

Se trata de un escenario muy diferente del primero. En éste, la situación de Soraya es aún más precaria que la actual. Tiene que mendigar unas horas de trabajo cada día para llegar a fin de mes.

Las IA por sí mismas no han tomado...

Una realidad más matizada

Lo que dicen los estudios científicos

Acabamos de ver dos visiones del mismo fenómeno: la sustitución de los trabajadores por las IA. Por un lado, hemos tenido una visión utópica; por otro, una visión distópica. En ambos casos, hemos asumido que sí, que la inteligencia artificial nos sustituirá. Aunque es intrínsecamente difícil predecir el futuro, debatamos la cuestión con los datos que tenemos hoy.

Ya sabemos que la IA se compone de matemáticas y código que intentan representar una realidad. Si nos pusiéramos los medios, podríamos automatizarlo casi todo. ¿Podríamos? Veamos qué dicen los científicos.

Se ha hablado mucho de un estudio que ha vuelto recientemente a la palestra. Según el trabajo de Michael Osborne y Carl Benedikt Frey, el 47% de los empleos podrían automatizarse. El estudio se publicó en 2013. Sin embargo, sigue sirviendo de base para anunciar nuevas cifras siempre significativas. Sin embargo, algunas voces se alzan y las consideran sobrevaloradas. Los propios Osborne y Frey explican que su investigación ha sido malinterpretada. El término "automatizable" no debe confundirse con "sustituible". En el primer caso, significa que una máquina puede hacer todo o parte de tu trabajo, en el otro que tu trabajo ha desaparecido por completo. Hoy en día, casi todos los empleos funcionan con ordenadores. Siguen existiendo. Que una o varias de las tareas de un trabajo puedan ser sustituidas por un autómata no significa que el ser humano desaparezca de escena.

Es más, Osborne y Frey explican que su resultado puede parecer una locura si se imagina este cambio a lo largo de cinco años, pero es mucho menos aterrador a lo largo de cincuenta o cien. Muchas profesiones han desaparecido de nuestro paisaje a lo largo de los siglos. Pero no lo vemos como una pérdida. Algunos museos exponen colecciones sobre el tema. Nos hacen retroceder en el tiempo con placer. Pero no nos ofende dejar de encontrar un taquillero a la entrada de un transporte público. Visto desde este ángulo, las predicciones de este tipo de estudios son menos aterradoras.

Los críticos también le restan importancia. La economista Melanie Arntz...

La IA no es un problema en sí misma

La distribución de la riqueza generada por la IA es una cuestión clave

Sustituir a los trabajadores por la IA es una predicción que debe tratarse con cautela. Pero aparte de esta pregunta, ¿no hay otra subyacente? ¿Por qué supondría un problema? Hemos visto que no hay ninguna posibilidad de que los ordenadores lleguen a controlarnos de forma autónoma. Son el resultado de hombres y mujeres que los codifican y los piensan. Sin embargo, en el segundo escenario, Soraya no vive muy bien. ¿Se debe esto realmente al progreso tecnológico?

Si analizamos la situación, nos damos cuenta de que el problema no radica ahí. Uno de los primeros retos es el reparto de la riqueza. En el primer escenario del futuro de Soraya, podemos asumir que las ganancias se distribuyen equitativamente entre las poblaciones, beneficiando a todos por igual. En la segunda, unos pocos monopolizan el poder y el dinero. Si la IA erradicara un mayor o menor número de profesiones, se plantearía la cuestión de la redistribución de la riqueza. La innovación en IA cuenta actualmente con el apoyo de los gobiernos. Contrariamente a las apariencias, aunque el sector privado contribuye, los gobiernos también invierten mucho. Si los esfuerzos son compartidos, no hay razón para concentrar los beneficios en un apretón de manos.

Si el trabajo ha de desaparecer, el valor del trabajo debe cuestionarse

Otro...

En pocas palabras

  • Por un lado, podemos imaginar un mundo en el que, gracias a la IA, ya no necesitemos trabajar y, por tanto, podamos dedicar todo el tiempo que queramos a nuestras actividades favoritas.

  • Por otro lado, podemos precipitarnos hacia una visión más catastrófica de una tierra de parados que luchan por sobrevivir y cuya única salida es la revuelta.

  • Tanto desde un punto de vista científico como histórico, ambos temas invitan a la prudencia en estas dos proyecciones. Sin embargo, las dificultades asociadas al cambio social no son insignificantes.

  • No se trata sólo de imaginar escenarios pesimistas, sino también de estudiar lo que los conforma. Así, si partimos de la base de que la IA acabará con el trabajo, nos damos cuenta de que nuestra capacidad para hacer frente a esta situación no reside en la tecnología en sí, sino en nuestra forma de entenderla y hacerla funcionar con nuestra vida cotidiana. El entorno en el que se produce la IA tiene un gran impacto.

Así que es difícil afirmar con certeza que la IA acabará con el trabajo. Sin embargo, no debemos negar el impacto presente y futuro de esta tecnología en los trabajadores.